Boom
17 años después del Concorde, Boom presenta XB-1, el futuro de la aviación supersónica
Volar entre Londres y Nueva York volverá a ser posible en tres horas. La aviación supersónica está de vuelta dos décadas después del Concorde: más eficiente, más sostenible y más barata. Así serán los aviones del futuro, que ya se han presentado y comenzarán a volar en pruebas en 2021.
08 Octubre 2020
|El 2 de marzo de 1969, hace ya más de 50 años, despegaba una de las maravillas de la ingeniería aeronáutica: el Concorde. Fruto de la colaboración entre lo que hoy es Airbus y la británica BAE Systems, este avión supersónico era capaz de transportar a 120 pasajeros entre Londres y Nueva York en poco menos de tres horas. Permitía a ejecutivos británicos desayunar en Londres, asistir a una reunión y comida de trabajo en Nueva York y regresar a Londres a la hora de cenar e irse a dormir.
El 24 de octubre de 2003, sin embargo, el sueño de la aviación comercial supersónica se apagaba con el último vuelo del Concorde. El avión no supo envejecer demasiado bien y fue víctima de una serie de infortunios que obligaron a aparcarlo: la menor demanda tras los atentados del 11-S, un trágico accidente en julio de 2000 en el que murieron sus 100 tripulantes, pero sobre todo la escasa rentabilidad de un aparato que consumía demasiado combustible y cuyos billetes superaban los 17.000 euros de hoy en un viaje de ida y vuelta.
El regreso del sueño supersónico
Hace ya 17 años del final del Concorde y la aviación comercial apenas ha evolucionado. Airbus y Boeing, los dos principales fabricantes de aeronaves del mundo, se han centrado en crear aparatos más ligeros, que consuman menos, y que permitan volar mayores distancias sin repostar, pero ni se han molestado en tocar la velocidad. Hablamos de velocidad supersónica cuando se supera la velocidad del sonido, 1.235,52 km/h.
Sin embargo, una serie de start-ups americanas llevan años trabajando en lo que las grandes compañías no se atreven: retomar la aviación supersónica comercial. Las más adelantadas son tres: Spike Aerospace -basada en Boston-, Aerian Corporation -de Reno- y la más avanzada: Boom Supersonic, establecida en Denver. Boom Supersonic se fundó en Denver en 2014 y, tras varios retrasos, presentó este 8 de octubre su primer avión supersónico listo para volar: el Boom XB-1.
Pero todavía es demasiado pronto para cantar victoria. El Boom XB-1 no es, todavía, un avión de pasajeros. Se trata de una versión reducida del Boom Overture, el avión que sí transportará personas. Por ahora, el Boom XB-1 espera comenzar a volar en 2021 y servir como avión de pruebas reales para perfeccionar el diseño de su hermano mayor. Cuenta con un diseño muy similar al del Concorde, con dos enormes alas en forma de delta y tres motores J85-15 de General Electric: uno en cada ala y otro en la parte trasera. A diferencia del Concorde, el Boom no requerirá de motores de postcombustión con postquemador (afterburner), que provocaban un enorme ruido al despegar.
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El XB-1 mide apenas 21 metros de largo y pesa algo más de 6 toneladas. Alcanzará velocidades de hasta 2 veces la velocidad del sonido, el denominado Mach 2.
Así será volar con el Boom Overture
El actual calendario de Boom pasa por comenzar a volar el XB-1 en 2021, e introducir, en 2025, cinco aviones de prueba Boom Overture, la versión final, que esperan poder certificar en 2029, comenzando ese año los primeros vuelos comerciales supersónicos. Por ahora, han cerrado acuerdos con Japan Airlines y Virgin como primeros operadores.
El objetivo: emular a la clase business actual
Diseñar un modelo económico para un aerolínea supersónica es todo un quebradero de cabeza, sobre todo teniendo en cuenta los desorbitados precios que se pagaban por volar en el Concode. El objetivo que se ha marcado Boom es emular la economía de la clase business de largo radio con sus aviones: volar en Boom tiene que costar igual que hacerlo en clase business actualmente, pero también debe contaminar lo mismo y consumir aproximadamente el mismo combustible. Las características principales del avión y la experiencia serán las siguientes:
- Capacidad y asientos: se espera una capacidad máxima de 55 pasajeros, menos de la mitad de lo que transportaba el Concorde. La disposición será en dos filas de asientos con butacas similares a las de un tren. En vuelos más largo, habrá opción de asientos que se transformen en cama.
- Precio: el objetivo es que cueste lo mismo que volar en business. Un Londres-Nueva York debería estar entre 2.000 y 4.000 euros ida y vuelta.
- Seguridad: se volará a 60.000 pies de altura, por encima de la mayoría de turbulencias. Las vistas, como en el Concorde, permitirán ver la curvatura de la Tierra. Aunque la radiación recibida será algo mayor, al estar menos tiempo el vuelo el total será similar al de un viaje normal.
- Economía: Boom pretende vender cada Overture por 200 millones de dólares, y asegura que el gasto de operarlo por pasajero por milla será similar al de un asiento en clase business actual.
- Sostenibilidad: De nuevo, Boom asegura haber diseñado con las últimas tecnologías en mente, y espera que las emisiones sean similares a las de un vuelo clase business, esperando poder utilizar combustibles sostenibles en un futuro. No obstante, hay que tener en cuenta que un vuelo en clase business deja actualmente una huella de CO2 hasta tres veces superior a la de un vuelo en turista.
- Tiempos y distancias: Boom promete cubrir Nueva York y Londres en 3:30 horas, 3 menos que en la actualidad. El avión podrá cruzar el Atlántico sin repostar, pero no el Pacífico, que necesitará una parada extra para añadir combustible. La compañía asegura que está perfeccionando estas paradas para que sean inferiores a una hora y las ha incluído en el tiempo de vuelo. San Francisco a Tokio se hará en 6 horas (frente a las 10:15 actuales) y Los Angeles-Sídney en 8:30 horas (ahora, 14:30 horas).
El boom sónico, un problema sin resolver
Uno de los mayores problemas que frenó la expansión del Concorde fue el denominado boom sónico o explosión sónica. Se trata de un fenómeno natural que provoca un importante sonido provocado por las ondas de choque del avión con el aire cuando se supera la velocidad del sonido. Este boom sónico es imperceptible para los que van dentro del avión, ya que el ruido se va dejando atrás, pero provoca un enorme estruendo que llega a percibirse en tierra por donde pasa el avión.
Con la llegada del Concorde, la mayoría de Gobiernos prohibieron al avión sobrevolar sus territorios con velocidades supersónicas, una prohibición que a día de hoy todavía se mantiene. Y aunque hasta la NASA está trabajando para resolver este problema, lo cierto es que el Boom Overture sigue sin controlarlo, y se centrará en superar la velocidad del sonido sólo por encima de los océanos. Boom asegura que se utilizará en "más de 500 rutas comerciales", aunque no será efectivo para viajes entre Londres y Singapur, por ejemplo.
Los vuelos suborbitales, la otra gran promesa
La aviación supersónica no es la única que promete revolucionar la forma de viajar en los próximos años. Otra tecnología que sigue desarrollándose, aunque más lentamente, es la de los vuelos suborbitales. Se trata de aviones que superan en altura de crucero la denominada línea de Kármán, que separa la atmósfera de lo que se considera el espacio exterior, a más de 100 kilómetros sobre el nivel del mar. A esas alturas, la velocidad orbital puede compensar la atracción de la gravedad, pudiendo recorrer grandes distancias en poco tiempo y con poco consumo, propiciando vuelos entre Londres y San Francisco en apenas una hora.
Compañías como Space X o Virgin Galactic llevan tiempo trabajando en estos vuelos y esperan ofrecerlos a partir de 2021 pero todavía como "experiencias" para salir al espacio para multimillonarios y a partir de 200.000 euros por ticket. Aviones prototipo como el SpaceLiner pretenden entrar en servicio hacia el año 2050. En este caso, los problemas asociados al vuelo son distintos a los de los aviones supersónicos y están sobre todo relacionados con el confort de los pasajeros: primero porque el despegue debe realizarse casi de manera vertical, como un cohete, y a grandes velocidades, lo que somete a los pasajeros a grandes aceleraciones interiores. Además, una vez superada la línea de Kármán la gravedad interior es tan baja que el cuerpo puede empezar a flotar como en las naves espaciales.